Además de las dificultades en la entrega y acceso a los contenidos pedagógicos, el cierre de las escuelas por la pandemia del Covid-19 trajo consigo otra consecuencia, especialmente para los niños: la falta de estimulación social e interacción con sus iguales. Esta realidad fue aún más desafiante para los niños con discapacidad, quienes, en muchos casos, fueron aislados incluso de sus familias para evitar la contaminación por el virus.
En ese sentido, un grupo de coordinadores pedagógicos apuntan al uso de juegos y videojuegos como una poderosa herramienta para facilitar el aprendizaje y promover el contacto y la socialización de los niños con y sin discapacidad durante la reanudación paulatina de las clases presenciales, además de promover la formación de valores y Adquisición de conocimientos.
Hoy en día, la educación inclusiva de calidad no puede desvincularse del juego porque es a través de dichas actividades que los niños pueden desarrollar plenamente una serie de capacidades, comprender temas complejos en el aprendizaje de contenidos y familiarizarse con actividades de la vida diaria como reglas, interacción con objetos, temas sobre el medio ambiente y la diversidad del lenguaje.
La importancia de socializar
Según estudios realizados en Brasil, alrededor del 24% de la población (casi 46 millones de personas) declaró tener algún grado de dificultad para ver, oír, caminar, subir escalones o tener discapacidades mentales o intelectuales.
Si bien el porcentaje de población con discapacidad es alto, estas personas aún no están plenamente incluidas en todos los ámbitos de la sociedad. La convivencia entre niños con y sin discapacidad facilita aprendizajes concretos sobre la importancia de la diversidad y el respeto ante las diferencias humanas, fortaleciendo el repertorio social y afectivo de todos los niños y, en consecuencia, de todas las personas pertenecientes a su red social.
Estudios e investigaciones en el ámbito académico refuerzan los beneficios de esta integración y argumentan que, a través de la convivencia, es posible desarrollar empatía y habilidades emocionales y de resolución de conflictos. Además, la promoción de este contacto puede constituir una herramienta para identificar posibles barreras que impiden la plena participación de los niños con discapacidad en igualdad de condiciones con los demás niños.
Juegos como mediadores
Teniendo en cuenta los desafíos enfrentados durante casi dos años de pandemia, el uso de juegos, ya sean físicos o en línea como los que tenemos en Kidmons, y materiales didácticos accesibles es una herramienta muy importante para dar un nuevo enfoque de enseñanza y el restablecimiento de vínculos entre los niños y todo el equipo del colegio. Si se promulgan desde una perspectiva inclusiva, estas actividades pueden eliminar barreras y garantizar la participación de todos los niños.
Los materiales pedagógicos accesibles, construidos a partir de la realidad de cada clase, consideran las necesidades específicas de todos los niños con o sin discapacidad, fortaleciendo el entendimiento de que todos tienen el potencial para hacer crecer sus capacidades y que es responsabilidad colectiva hacerles un espacio.
En la clase de educación física, por ejemplo, es posible promover juegos y actividades lúdicas que se puedan llevar a cabo en conjunto por todos los niños, estimulando capacidades variadas desde la motricidad hasta la cooperación para la resolución de conflictos.
En una escuela de Belo Horizonte, una ciudad del suroeste de Brasil, los educadores de Portas Abertas para Inclusão adaptaron el juego de bochas (similar a la petanca) para hacerlo inclusivo. Los alumnos practicaron por parejas, variando la forma de lanzar la pelota: de pie, sentados e incluso con un tobogán adaptado para que todos pudieran jugar en las mismas condiciones.
Los intercambios y aprendizajes que proporciona el juego en el ámbito escolar se han visto obstaculizados con la llegada de la pandemia. Sin embargo, es importante seguir ampliando el uso de estos recursos. Cuando pensamos en juegos, todos ellos pueden emplearse con un sesgo pedagógico y también deben adaptarse según el público al que vayan dirigidos. Los niños con discapacidad visual, por ejemplo, necesitan actividades interactivas adaptadas para propiciar su aprendizaje y participación.
Desarrollo en el juego
Otro punto a destacar es la posibilidad de juegos y actividades lúdicas que favorezcan el desarrollo de todos los alumnos. Los juegos ayudan a estructurar la personalidad de un estudiante a medida que comienzan a comprender sus relaciones con el mundo en función de sus propias experiencias personales. Es a través de esta interacción con el mundo y del juego que aprenden a comunicarse y relacionarse con el entorno social en el que viven.
Además de promover el desarrollo de los niños con y sin discapacidad, enmarcar la educación desde la perspectiva del juego propone un sistema de aprendizaje más satisfactorio y placentero, que contribuye a interiorizar experiencias y conocimientos.